lunes, 17 de agosto de 2015

I must have died inside.

Nunca le tuve miedo a la muerte. De hecho, desde chica sentí una extraña atracción hacia ella. Desde muy pequeña tuve ese deseo cuando algo no nos sale bien, o no nos sale como queremos. Ese deseo es "Me gustaría estar muerta". No sé si el resto de los niños de ocho o nueve años tienen ese deseo, pero yo sí lo tenía. Y nunca se lo dije a nadie, por miedo a que me califiquen de "rara". Hoy en dia esa clasificación ya es normal en mi (valga la contradicción de las palabras... que sea "Normal" que me clasifiquen como "Rara") por ende hoy estoy confesando mis deseos de muerte iniciales.
Nunca le tuve miedo a la muerte. De hecho, me gusta hasta estéticamente lo relacionado a ella. Las calaveras, la oscuridad, la sangre. La muerte. Me gusta mi palidez. Me gusta pintarme los ojos de negro.
Nunca le tuve miedo a la muerte. Pero siempre que estuvo cerca, huí. No le tengo miedo, pero nunca la enfrenté. Entonces ¿Cómo puedo afirmar que no le tengo miedo si vivo huyendo de ella? En lo que a mí respecta, no me afecta que se acerque, o al menos eso manifesté siempre, tratando de llamarla. Pero todas las veces que se llevó gente cercana a mí, gente a la cual le tenía cariño, huí. No tuve el valor suficiente como para enfrentarme a ella y preguntarle ¿Por qué? De hecho, solía preguntármelo a mí. ¿Por qué, Florencia? Como si hubiese sido culpa mía, en vez de ella.
No sé si le tengo miedo a la muerte, sólo lo sabré el día que llegue.

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