Una se encariña con la piedra y la arrastra. A una le salen cayos en las manos, destroza el camino que venía haciendo por arrastrarla. A una se le debilitan las rodillas y se reduce su capacidad pulmonar. Se le cansan los brazos. Pero no, no queremos desatarnos de esa piedra.
No, no queremos dejar a la piedra sola... ¿Qué haría la piedra sin nosotras?
No me importa. Por fin me desaté de la piedra. Al fin Puedo caminar erguida, con la cabeza en alto. Ya no me duelen las piernas del cansancio ni me salen cayos en las manos por tirar de la soga que unía a la piedra y a mí. Al fin dejé que la piedra haga su vida. Si quiere llenarse de moho, por estar estancada, que lo haga sola. Yo elijo seguir adelante.
me e n c a n t a.
ResponderEliminar(Sí, tengo blog)
Loveyou.